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Adela Navarro Bello

08/01/2013 - 12:01 am

Ocho décadas y el fin

Blanco y negro la foto, es la panorámica de un edificio en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos en una de sus principales avenidas, la Madison. El rótulo en el último piso: Newsweek. La imagen es la portada del último número impreso de la revista del mismo nombre. La cabeza así de sencilla. #Last […]

Blanco y negro la foto, es la panorámica de un edificio en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos en una de sus principales avenidas, la Madison. El rótulo en el último piso: Newsweek. La imagen es la portada del último número impreso de la revista del mismo nombre. La cabeza así de sencilla. #Last Print Issue.

Con el cierre del año 2012 también llegó el fin de la revista impresa después de 80 años de circulación. No se cierra el ciclo de las noticias, el equipo editorial seguirá laborando ahora para una versión digital de la publicación. Es el inicio –dicen– de la caída de los impresos. El inicio de otra era en la información.

En lo personal me da tanta tristeza cuanto preocupación. Reportera, editora y desde hace seis años –en febrero serán siete– codirectora de un semanario impreso como lo es ZETA en Baja California, Libre Como el Viento, me apego más a la tinta que a la yema del dedo para leer información, para hacer periodismo. Es claro que la condición de los Estados Unidos en el acceso a Internet, la velocidad del mismo y la estructura y cultura de la sociedad, es harto diferente a la de México, pero en años recientes periodistas han migrado de las ediciones impresas a las digitales.

SinEmbargoMX es una de los mejores ejemplos, mientras otro, como Reporte Índigo, nació en la red y salió a la circulación cinco días por semana. En México, un estudio de agendas digitales de la Asociación Mexicana de Internet, el Tecnológico de Monterrey y el Centro de Estudios sobre Internet y Sociedad, anota que unos 40 millones de mexicanos tienen acceso a la red, lo cual equivale a 20.6 suscriptores de banda ancha por cada cien mil habitantes.

Las pobres condiciones de acceso a Internet, la poca infraestructura, lo costoso de los servicios, la lentitud, la mínima inversión, la falta de capacitación para el uso de la tecnología y la mínima inversión del gobierno para la plataforma, retrasan en México –al menos por razones de tecnología– la desaparición de los impresos, porque el otro factor es el índice de lectura que vaya es otro tema de delicado resultado.

Pero el atraso en el acceso a la Internet no sólo alarga algo la vida de los impresos, también perjudica la economía digital en la que nuestro país está rezagado a los últimos sitios de índice de medición cualquiera en la materia, por ejemplo, en el mismo estudio se detallan las cinco principales actividades que los mexicanos realizan en línea. La banca, las transacciones financieras ocupan la casilla cinco; en primer lugar está la verificación del correo electrónico, seguido de la participación en redes sociales. El tercer sitio lo ocupa la búsqueda de información y el cuarto el envío de mensaje instantáneos.

Los mexicanos con acceso a Internet de banda ancha se cuentan por 13 millones los suscriptores de servicio fijo y mayormente a través de Telmex; y 9.7 millones a partir de teléfonos móviles, y cuando se trata de entretenimiento lo que hacen los mexicanos en la red es: participar en redes sociales (86%), leer noticias (61%), escuchar o bajar música (37%), buscar chistes (28%) y jugar videojuegos (25%). Sólo el 1 por ciento utiliza una tableta para tales propósitos.

En estas condiciones es fácil pensar que no atestiguaremos en el corto o mediano plazo el fin de los impresos. En el caso de la revista Newsweek fueron varios los factores. Los principales: la recesión económica tan larga que ha atravesado la Unión Americana la cual significó reducción en los ingresos por publicidad y lo costoso de la producción, según la editora de la revista, Tina Brown, unos 42 millones de dólares al año para producir y distribuir Newsweek. Además del creciente número de suscriptores en línea. En Estados Unidos a diferencia de México estos servicios suelen ser baratos, un año de Newsweek cuesta 24.99 dólares, poco más de 320 pesos; mientras en México una revista semanal como Proceso o incluso el propio Semanario ZETA supera los 700 pesos la suscripción anual.

«En ocasiones el cambio no es sólo bueno, sino necesario», escribió Tina Brown en su último editorial Periscopio en Newsweek Impreso titulado «Un Nuevo Capítulo». Relata las dificultades de los dos últimos años de la revista a partir que la Washington Post Company lo vendió a Sidney Harman y este se asoció con el sitio que Brown junto a Barry Dillers fundó en 2008, The Daily Beast. También anticipa que los suscriptores a la revista impresa serán en automático suscriptores de la digital, y agradece a los 1.5 millones de lectores la lealtad y los llama a una nueva era donde Newsweek, y cito, «…una cosa no cambiará, y eso es nuestro compromiso con el periodismo de la más alta calidad, de otra manera no seríamos Newsweek«.

No sé ustedes, pero yo extrañare mi revista Newsweek impresa, el darle vuelta literalmente a cada página, dejarla para leerla más tarde, hacer anotaciones al calce de mi puño y letra, sacar copia a un artículo para transmitirlo; sin embargo, viviendo en la época en que vivimos, me suscribiré y pasaré con el dedo de una nota a otra.

No puedo evitar la nostalgia. Tampoco la preocupación por los impresos de los que me declaro romántica seguidora. A ver como nos va.

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